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En su sentido más general, la taxonomía (del griego ταξις, taxis, "ordenamiento", y νομος, nomos, "norma" o "regla") es la ciencia y el arte de la clasificación. Por lo general se emplea el término para designar la taxonomía biológica, esto es, la clasificación de los seres vivos en ταξα (taxa) o taxones que describen jerárquicamente las relaciones de parentesco, y similitud, entre organismos.

Historia[]

El término (Taxonomie, en francés) fue empleado por vez primera por el biólogo suizo Augustin Pyrame de Candolle a comienzos del siglo XIX, aunque sin duda alguna fue el médico sueco Carolus Linnaeus el exponente más relevante no sólo de la taxonomía sino de la biología sistemática en general. Linneo desarrolló una nomenclatura binomial para identificar de manera unívoca a las especies, solventando así los problemas de comunicación producidos por la variedad de nombres locales. A la vez Linneo propuso un esquema jerárquico de clasificación, donde las especies muy afines se agrupan en un mismo género, los géneros en familias, y así sucesivamente en órdenes, clases, filos y reinos, proporcionando una imagen estructurada (como el árbol de Porfirio de la metafísica clásica) de la relación entre especies. En términos etimológicos estrictos, debe considerarse quizá preferible la forma «taxinomia», pero tiene un uso muy limitado, casi siempre en traducciones del francés.

Nomenclatura[]

En la nomenclatura binomial de Linneo, cada especie animal o vegetal quedaría designada por un binomio (una expresión de dos palabras) en latín, donde la primera, el nombre genérico, es compartida por las especies del mismo género; y la segunda, el adjetivo específico, hace alusión a alguna característica o propiedad distintiva; ésta puede atender al color (albus, "blanco"; cardinalis, "rojo cardenal"; viridis, "verde"; luteus, "amarillo"; purpureus, "púrpura"; etc.), al origen (africanus, "africano"; americanus, "americano"; alpinus, "alpino"; arabicus, "arábigo"; ibericus, "ibérico"; etc.), al hábitat (arenarius , "que crece en la arena"; campestris, "de los campos"; fluviatilis, "de los ríos"; etc.), homenajear a una personalidad de la ciencia o de la política o atender a cualquier otro criterio. Una vez fijado, un nombre no es sustituido por otro sin un motivo taxonómico. Por ejemplo el roble de los alrededores de Madrid fue bautizado como Quercus pyrenaica erróneamente, puesto que no se encuentra en Pirineos, pero tal circunstancia no justifica un cambio de nombre.

Evolución de las normas[]

Las normas aplicadas para la clasificación de los seres vivos, y la clasificación misma, han sufrido muchos cambios desde su primera formulación por Linneo. El número de especies conocidas y descritas se multiplicó, hasta el actual de 1.750.000, que no deja de crecer. La especialización de los taxónomos, desconocida en los tiempos de Linneo, condujo a la larga a cierto grado de alejamiento entre las normas aplicadas a los animales (sobre los que rige el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica) y a plantas y hongos (Código Internacional de Nomenclatura Botánica, que trata de diferente manera a los dos grupos mencionados). De la misma forma los bacteriólogos, que se habían atenido al código botánico, desarrollaron los suyos propios; y lo mismo hicieron los virólogos (estudiosos de los virus).

Para quienes son ajenos al estudio de la diversidad biológica o a su gestión, el esfuerzo y el rigor que hay detrás de las tareas de la Taxonomía parecen sólo una manía coleccionista. Sin embargo el avance de la Biología en todos sus apectos está muy ligado a la utilización del método comparativo, que es inaplicable cuando los organismos no están bien identificados y designados. Los nombres científicos en latín son la clave de acceso a un inmenso cuerpo de información, dispersa en muchas lenguas y procedente de muchos campos de la Biología. Actualmente se debate sobre la urgencia de formalizar de manera equivalente la nomenclatura de los genes o las proteínas.

Evolución de la clasificación[]

Linneo introdujo la obligación de utilizar como criterio clasificatorio las afinidades de las especies (clasificación natural). Cuando irrumpió la teoría de la evolución pronto se admitió, tal como formuló el propio Darwin, que el grado de parentesco (filogenia) debía ser el criterio para la formación de los grupos. El desarrollo de nuevas técnicas y de la propia metodología del análisis filogenético está produciendo cambios sustanciales en las clasificaciones al uso, obligando a deshacer grupos de larga tradición y definir otros nuevos. Las aportaciones más significativas proceden de la comparación directa de los genes y de los genomas.

Taxones y categorías[]

El resultado del esfuerzo clasificatorio es una colección de grupos, llamados taxones, con distintos rangos o categorías taxonómicas.

Un ejemplo de taxón es el orden Primates. En esta expresión “orden” especifica la categoría o rango taxonómico del grupo, más amplio que el de familia y menos amplio que el de clase. “Primates” es el nombre en latín específico del grupo o taxón indicado. El orden Primates está subordinado a la clase Mammalia (mamíferos), e incluye diversas familias como la familia Cebidae (cébidos, las monas americanas) o la familia Hominidae (homínidos, nuestra propia familia).


Una lista de las categorías taxonómicas generalmente usadas incluiría el dominio, el reino, el subreino, el filo (o división, en el caso de las plantas), el subfilo o subdivisión, la superclase, la clase, la subclase, el orden, el suborden, la familia, la subfamilia, la tribu, la subtribu, el género, el subgénero y la especie. Dentro de la especie se distinguen aún subespecies y variedades o razas.

Véase también[]

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