Cardo común | ||||||||||||||
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Clasificación científica | ||||||||||||||
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Nombre binomial | ||||||||||||||
Carduus acanthoides L., |
El Cardo común, Cardo de cardar, Falso cardo negro, Cardo chileno es Carduus acanthoides L., es una especies del Viejo Mundo naturalizada en la Argentina. Esta especie sin duda se convierte en una maleza, seguramente traida con los cereales que el europeo trajo a nuestras tierras. En Argentina la especie se distribuye geográficamente en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Capital Federal, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, Salta y Santa Fé. Estando presente en Chile y Uruguay. Se distribuye en un piso que va de 0 a 1500 msnm.
Planta de hasta 1 m de altura, muy ramificada. Tallos alados en su parte baja, espinosos. Hojas lanceoladas, estrechamente pinnatifidas, con lóbulos espinosos, pubescentes por la haz, lanosas por el envés. Capítulos de color púrpura de 1,5 cm de diámetro, agrupados en ramilletes en los extremos de los tallos, brácteas involucrales lanceoladas, purpúreas. Floración, VI - VIII , Hábitat: Prados húmedos, arcenes, turberas.
En un trabajo publicado por Rosana Aramburú y Valeria Corbalán: Carduus acanthoides (Falso cardo negro), Wedelia glauca (sunchillo), Cirsium vulgare (cardo negro); Silybum marianum (cardo asnal); Cynara cardunculus (cardo de Castilla) componen el 65 % de la dieta de los pichones de la Cotorra común Myiopsitta monachus, la conducta de los adultos de esta especie de Psittacido volando al nido o a una percha con la inflorescencia de esta especie de Cardo es muy común en los cardales y es un medio de dispersión zoófilo (ornitófilo) de la especie en la Pampa Argentina.
El Cardo y la apicultura[]
Si bien es una especie, considerada por los agricultores como una maleza molesta desde el punto de vista de la apicultura, podemos decir que es una vendición. Los cardales se caracterizan por entregar al apicultor, néctar y polen a comienzos de la primavera. La fecha de floración depende de las lluvias de invierno en la Pampa Argentina, pudiendo ser durante lo meses de Julio, Agosto, Septiembre, Octubre, Noviembre y Diciembre. Dependiendo mucho del crecimiento en estado vegetativo que la especie tiene durante el invierno. Los meses en negrita son donde comunmente florecen en el hemisferio sur.
Sucesión en campo de trigo, Santa Fé, Agentina[]
- En los primeros diez años se cumplen tres etapas distintas en la sucesión secundaria después del abandono de un campo de trigo: a) primer año con presencia de la especie cultivada y malezas anuales; b) los cinco años siguientes con Sorghum halepense acompañado de Baccharis salicifolia o Carduus acanthoides y numerosas malezas; c) en los últimos cuatro años desarrollo de fuerte dominancia de Sorghum halepense y Baccharis salicifolia o Sorghum halepense y Carduus acanthoides.
- La diversidad aumenta en las primeras etapas de la sucesión, luego disminuye bruscamente en la última etapa correlacionada con el desarrollo de una fuerte dominancia.
- Luego de diez años aún no se ha cumplido la hipótesis original que sostiene que al dejar de cultivar el campo se regeneraría el flechillar.
Malezas en alfalfares[]
En la Región Semiárida y Subhúmeda Pampeana los sistemas de producción son en general ganaderos-agrícolas y agrícolas-ganaderos, los que se basan en rotaciones de cultivos anuales y pasturas perennes. Las pasturas en su mayoría son en base a alfalfa consociadas con gramíneas. El objetivo principal de las pasturas es la producción de forraje pero no menos importante es la función que cumplen en la recuperación y mantenimiento de la fertilidad nitrogenada y como restauradoras de la estructura de los suelos.
En el manejo de la pastura están involucrados dos sistemas: uno artificial, la pastura en sí misma y otro natural compuesto por un grupo de especies adventicias (malezas). Estos sistemas interactúan entre sí durante el desarrollo y vida útil de la misma. Altas infestaciones de malezas pueden reducir los rendimientos o causar pérdidas de plantas durante la implantación. Además una elevada presión de malezas durante el establecimiento debilita las plántulas de alfalfa retardando su crecimiento y en consecuencia retrasando el primer corte o pastoreo. Por otro lado disminuyen la calidad del forraje debido a que generalmente son de menor valor nutritivo, menos palatables y en algunos casos tóxicas para el ganado. Si bien en la provincia de La Pampa la superficie de pasturas alcanza aproximadamente 750.000 ha, una baja proporción es tratada con herbicidas. En pasturas en implantación se realiza control de malezas a 120.000 ha y 235.000 en pasturas de más de 1 año implantadas (Montoya y col., 1999).
Es de fundamental importancia identificar las especies y su abundancia para planificar un adecuado plan de manejo de las mismas. Frente a esta problemática común que año tras año se repite en cada ciclo de implantación de pasturas perennes, el productor se encuentra ubicado frente a diversos escenarios que estarán constituidos por la pastura recién implantada y sistemas de malezas que interactúan con la misma.
Estos diversos escenarios varían de acuerdo con la calidad y cantidad de sus componentes, pero en la mayoría de los casos son muy difíciles de prever. Es común encontrar escenarios muy típicos constituidos por especies de hábito de crecimiento anual otoño-invernal, con predominio de Crucíferas como mostacilla (Hirschfeldia incana), nabo (Brassica nigra); en otros casos las especies invasoras son las mencionadas anteriormente acompañadas por cardos (Carduus acanthoides, Silybum marianum, Cynara cardunculus, Circium vulgare) y abrepuño amarillo (Centaurea solstitialis). En muchas oportunidades estas malezas forman parte del sistema en compañía de altas densidades de ortiga mansa (Lamiun amplexicaule), vira-vira (Gnaphalium spp), boulesia (Bowlesia incana), canchalagua (Verónica pérsica), apio cimarrón (Ammi majus), manzanilla (Matricaria chamomilla), pensamiento silvestre (Viola arvensis), rama negra (Conyza spp), capiquí (Stellaria media), etc.; en general el sistema adventicio natural es un conglomerado de individuos multiespecífico, de hábitos de crecimiento otoñal, inverno-primaveral, anuales y/o de hábito perenne. El hábito de crecimiento y desarrollo de muchas de estas especies es disímil, de acuerdo con los bancos de semillas que dispongan en el suelo y de su potencial reproductivo.
Por otro lado, los diferentes sistemas de labranza y las prácticas de manejo de los cultivos interactúan regulando los cambios en las poblaciones de malezas (Buhler, 1995) modificando la predominancia de unas especies sobre otras, invasión de malezas foráneas, etc. (Bedmar, 1999; Rodríguez y Rainero, 1998). Dependiendo de las zonas se ha observado aumento de las poblaciones de la familia de las Compuestas (rama negra, vira-vira, algodonosa -Gamochaeta pensylvanica-, achicoria de campo -Hypochoeris spp-), viola, gramíneas anuales (roseta -Cenchrus pauciflorus-, pasto cuaresma -Digitaria sanguinalis-, cebadilla criolla -Bromus unioloides-), etc. Estos cambios de flora de malezas originan nuevas problemáticas, algunas con soluciones concretas y otras menos definidas, hacia las cuales se orientan nuevas líneas de investigación.
Historia de los cardales[]
En el libro Historia argentina del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata escrito por Ruy Díaz de Guzmán, en el año de 1612, cita:
Querandís. Indios de las cercanías de Buenos Aires; que andan vagando desde el Cabo Blanco, hasta el río de las Conchas; y por 60 leguas, río adentro; fueron repartidos entre los pobladores de Buenos Aires-9. Enemigos mortales de los españoles. Estos indios ocupaban los parajes donde fue fundada Buenos Aires, y opusieron a los usurpadores de sus propiedades una resistencia, que fue tan viva como obstinada. Mendoza y sus compañeros tuvieron que retirarse, y se necesitó todo el genio y la firmeza de Garay para no sucumbir una segunda vez. Parece que el descalabro de los indígenas en estas contiendas fue considerable; porque ya no se atrevieron a volver a la carga; y poco a poco se fueron retirando hacia el sud, tomando otros nombres, según la costumbre que prevalece entre estos indios de denominarse por los parajes que ocupan, como, Puelches, gente del este; Guilliches, gente del oeste; Pehuenches, gente de los pinales; Ranqueles, gente de los cardales, etc. Estas tribus, y todas las que pueblan las pampas, desde la mar hasta la gran Cordillera de Chile, son de origen distinto de los indios del Paraguay, de quienes se hallaban separados por el Río de la Plata. El idioma que hablan las castas meridionales, cuando no es puro araucano, tiene una estrecha analogía con él; y basta este indicio para considerarlas como ramificaciones de la raza chilena; para quien debió ser más fácil superar las cumbres nevadas de los Andes, que no lo fue para los Guaranís atravesar un gran río.
En el libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo, de Charles Darwin este cita:
Cerca de Guardia hallamos el límite meridional de dos plantas europeas que al presente se han propagado extraordinariamente. El hinojo cubre con gran profusión los bordes de las zanjas en las cercanías de Buenos Aires, Montevideo y otras ciudades. Pero el cardo (Cynara Cardunculus) abarca un área mucho mayor, pues se le encuentra en estas latitudes en ambos lados de la Cordillera al través del continente. Le vi en parajes solitarios de Chile, Entre Ríos y Banda Oriental. Sólo en el último país muchos kilómetros cuadrados (tal vez varios centenares) están cubiertos por una masa de estas plantas espinosas, en la que ni hombres ni bestias pueden penetrar. En las llanuras onduladas, donde crecen con profusión esas plantas, ninguna otra puede vivir. Sin embargo, antes de su introducción la superficie debe de haber alimentado, como en otros puntos, una hierba lozana. Dudo que haya memoria de otro caso de invasión en tan grande escala de una planta extraña sobre las aborígenes. Según dejo dicho, no he visto en ninguna parte el cardo al sur del Salado, pero es probable que al crecer la población del país el cardo extienda sus límites. Otra cosa muy distinta sucede con el cardo gigante (de hojas jaspeadas) de las Pampas, porque le encontré en el valle del río Sauce.
De acuerdo con los principios tan bien establecidos por Mr. Lyell, pocos países han sufrido cambios más notables desde el año 1535, en que los primeros colonos de la Argentina desembarcaron con 72 caballos. Las incontables caballadas, vacadas y rebaños de ovejas, además de alterar el total aspecto de la vegetación, han desterrado el guanaco, el ciervo y el avestruz. Análogamente han debido ocurrir otros cambios innumerables; el cerdo salvaje en algunas partes reemplaza probablemente al pecarí; también se oyen aullar cuadrillas de perros salvajes en las frondosas márgenes de las corrientes menos frecuentadas, y el gato común, convertido en una bestia feroz, habita en las alturas rocosas. Según ha observado M. d'Orbigny, el aumento de los buitres carroñeros desde la introducción de los animales domésticos ha debido de ser infinitamente grande, y por nuestra parte hemos expuesto las razones que hay para creer en la ampliación de su área meridional. Indudablemente muchas plantas, además del cardo e hinojo, se han naturalizado; así vemos, por ejemplo, las islas inmediatas a la desembocadura del Paraná pobladas de albérchigos y naranjos, brotados de semillas arrastradas allí por el agua del río.
Mas adelante comenta:
En tanto viajaba a través del país recibí varias vívidas impresiones de los efectos causados por la última gran sequía, y tal vez la relación de ésta arroje alguna luz sobre los casos en que quedaron sepultados juntos gran número de animales de todas clases. El período comprendido entre los años 1827 y 1832 se llama el «gran seco», o la gran sequía. Durante ese tiempo fue tan escasa la lluvia caída, que no creció ninguna planta, ni siquiera cardos; los arroyos se secaron, y todo el país tomó el aspecto de un polvoriento camino carretero. Así ocurrió especialmente en la parte septentrional de la provincia de Buenos Aires y meridional de Santa Fe. Pereció un gran número de aves, animales silvestres, ganado vacuno y caballar por falta de alimento y agua.
Mas adelante continua:
21 de noviembre: Partimos al salir el sol, y cabalgamos despacio durante el día entero. La naturaleza geológica de esta parte de la provincia se diferenciaba del resto de la misma, acercándose mucho a la de Las Pampas. Por lo tanto, había inmensos macizos de plantas espinosas, así como de cardos; realmente todo el país puede llamarse un gran criadero de esas especies vegetales. Las dos clases de cardos crecen separadamente, cada una con sus similares. El cardo es tan alto como el lomo de un caballo; pero el de las Pampas sobresale a menudo por encima de la cabeza del jinete. Apartarse del camino un metro es cosa en que no cabe pensar, y aun el mismo camino está en parte, y a veces totalmente, cerrado. Los pastos, como es natural, faltan en absoluto; si las reses y caballos se internan en tales espesuras, por el momento hay que considerarlos como completamente perdidos. De ahí que resulte peligrosa la conducción del ganado en esta parte del año, pues cuando las bestias, bastante cansadas, se encuentran ante estos macizos de plantas, se precipitan en ellos y no se las vuelve a ver. En estas regiones hay muy pocas estancias, y las que hay están situadas en las cercanías de valles húmedos, donde, por fortuna, no pueden vegetar esas terribles plantas. Habiendo anochecido antes de llegar al término de nuestro viaje, dormimos en una miserable chocita, habitada por gente sumamente pobre. La extremada y a la vez harto sincera cortesía de nuestro huésped y huéspeda, teniendo en cuenta su nivel de fortuna, era extremadamente deliciosa.
Veáse también[]
Enlaces externos[]
- Cambios en la vegetacion de un campo abandonado despues de un cultivo de trigo
- Relevamiento de la flora apícola e identificación de cargas de polen en el sureste de la provincia de Córdoba, Argentina
- Dieta de pichones de cotorra Myiopsitta monachus (Aves: Psittacidae) en una población silvestre.
- ECOSISTEMAS Y TECNOLOGIA AGRARIA: ELEMENTOS PARA UNA HISTORIA SOCIAL DE LOS ECOSISTEMAS AGRARIOS RIOPLATENSES (1700-1830) JUAN CARLOS GARAVAGLIA
- Viaje de un naturalista alrededor del mundo. Capítulo 6